Análisis internacionales arrojaron que si no se toman medidas para frenar que avance la resistencia a los antibióticos, esta será la principal causa de muerte en 2050, ya que muchas enfermedades causadas por bacterias podrían quedar sin tratamiento. Paralelamente, investigadores del Servicio de antimicrobianos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán”(Anlis/Malbrán), detectaron que en los hospitales argentinos 9 pacientes por cada 10 mil habitantes adquieren un patógeno resistente a los principales antimicrobianos disponibles.
Los datos fueron compartidos durante una capacitación de la Anlis co-organizada con la Red Argentina de Periodistas Científicos (RAdPC), con motivo de conmemorarse ayer por primera vez el Día del Uso Racional de los Antibióticos.
Las estimaciones internacionales corresponden al economista Jim O’Neill y fueron solicitadas por el gobierno británico. Su trabajo concluyó que los decesos por las llamadas “superbacterias” que no responden a los principales antibióticos superarán a las provocadas por el cáncer.
Por otra parte, los resultados preliminares de la investigación del Anlis en hospitales arrojaron que en la Ciudad de Buenos Aires 40 pacientes por cada 10 mil habitantes adquirirán alguno de estos patógenos, tendencia que se debe a que en la Capital se concentran las prácticas de mayor complejidad, como los trasplantes, que requieren un mayor uso de antibióticos.
¿Pero por qué se multiplican las bacterias que no responden a los estos fármacos? Según los microbiólogos Alejandra Corso y Fernando Pasterán, quienes estuvieron a cargo de la capacitación, esto ocurre por múltiples factores: la automedicación y el mal uso de estos fármacos; la administración de estos compuestos a animales de consumo para su engorde, y el impacto de los residuos hospitalarios en el ambiente.
“En los países en los que más resistencia antimicrobiana se registra, sólo el 20% de los antibióticos se consumen en hospitales, mientras que el 80% en la comunidad. De ese 80% se estima que la mitad se los ingiere de manera inadecuada”, indicó Corso.
“La resistencia hace que cada vez más fallen los tratamientos empíricos, es decir, los que se dan ni bien la persona enferma. Por la resistencia de los patógenos cada vez se necesitan medicamentos de más alto espectro, que son más caros. Pero el problema es mayor si se tiene en cuenta que los antibióticos más modernos del mercado datan de la década de 1980”, agregó.
De acuerdo con la microbióloga, no se puede evitar que la resistencia ocurra porque las bacterias evolucionan, pero sí se pueden tomar medidas para evitar que progrese a pasos agigantados, como no consumir antibióticos para tratar virus u hongos y que los países tomen acciones para evitar que se usen fármacos que son la única opción de tratamiento contra determinada bacteria para el engorde de animales en la producción.
Por su parte, el doctor Fernando Pasterán, aclaró que si bien “las bacterias mueren con la cocción, se debe tener en cuenta al pescado y los frutos de mar que se consumen crudos, ya que por ejemplo, para la cría del salmón chileno se emplean 4 kilos de antibióticos por tonelada de producto”.
Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) hacen hincapié en el concepto de “Una Salud”, que abarca la humana y la animal. En materia de resistencia, los individuos deberían evitar la automedicación y no insistir a su médico que les receten antibióticos innecesarios, mientras que con relación a la animal, los países deben tomar medidas para frenar la administración de estos medicamentos para el engorde. Un antecedente es el de Holanda, que tomó esa determinación y se demostró que no repercutió desde lo económico.
El microbiólogo agregó que existen muchos reservorios de genes y bacterias resistentes que no son sospechados. Uno de ellos son las cañerías de hospitales, en las que las bacterias pueden vivir hasta 30 meses porque el ambiente es húmedo y en ese contexto se consumen antibióticos de manera constante. En palabras del microbiólogo, esto “no ocurre los hogares, ya que el uso de estos fármacos no es tan frecuente”.
Por otra parte, para Pasterán “otro problema que contribuye a la resistencia son los residuos de los hospitales en el agua, ya que puede favorecer a la aparición de bacterias multirresistentes”.
Resistencia y acciones en el país para combatirla
Se dice que una bacteria es sensible cuando tiene altas posibilidades de ser eliminada con el tratamiento y que es resistente cuando la terapia posee grandes chances de fracasar. La aparición de bacterias multirresistentes o MDR (que no responden a tres o más familias de antibióticos); de resistencia extrema o XDR (a la que sólo le queda una o dos opciones de tratamiento) y panresistentes o PDR (para la que no hay opciones de tratamiento) es un problema en expansión, que ya alcanza a nuestro país al punto de que se aislaron bacterias panresitentes, según compartió Pasterán.
Esta preocupación llevó a que el año pasado se firmara la resolución conjunta 834/2015 y 391/2015 entre los Ministerios de Salud y de Agricultura Ganadería y Pesca, en donde se busca limitar la resistencia antimicrobiana, vigilar su uso en el engorde de animales de consumo así como también en la salud humana. “De acuerdo con la disposición, los antibióticos de uso sistémico se deben dispensar al público como ´venta bajo receta archivada´, es decir, que entrarían en la misma categoría que los psicotrópicos. Y ese control no siempre se cumple”, concluyó el microbiólogo.
Por: Celina Abud