Nombres, especulaciones y estrategias políticas y electorales para Buenos Aires 2017, la elección de la que depende el proyecto Mauricio Macri presidente por 8 años, o que puede quitarle al peronismo el respirador artificial.
Dentro de un año, cuando tengan lugar las elecciones legislativas, la provincia de Buenos Aires se transformará en el centro de todas las miradas. Definirá varias cuestiones importantes: si el proyecto global presidencial por 8 años de Mauricio Macri tiene sustento, si María Eugenia Vidal consolida o no su figura y logra retener su distrito, o si el peronismo –en todas sus formas y colores- abandona el respirador artificial y sale con nuevo aires a recuperar lo perdido.
¿Cómo va a jugar Sergio Massa?, ¿y Margarita Stolbizer o Elisa Carrió?, y ¿Cristina Elisabet Kirchner y Daniel Scioli? Son preguntas que todavía no tienen una respuesta, pero el juego político electoral ya comenzó. Y los que quieren ser candidatos a diputados y senadores muestran sus fichas.
El pasado jueves Cambiemos lanzó su mesa política bonaerense, con el respaldo de dos de la principales figuras del gobierno nacional, como el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. La foto mostró a Vidal junto a los socios de la Coalición Cívica y del radicalismo, luego de las críticas cruzadas por el acercamiento del gobierno a dirigentes peronistas, como el ex intendente massista de San Miguel, Joaquín De La Torre.
Dentro del oficialismo, el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y el intendente de Vicente López, Jorge Macri, oficializaron en off que buscarán una candidatura. También está en carrera el médico Facundo Manes, que hace pocos meses se sumó al gobierno de Vidal. Desde Casa Rosada, en tanto, se reservan algunas cartas a utilizar en caso de ser necesario: los ministros Jorge Triaca (Trabajo) y Carolina Stanley (Desarrollo Social). Desde hace semanas están siendo sondeados, y Stanley pasó a ocuparse de controlar todos los planes sociales de la provincia.
Sin embargo, más allá de las candidaturas, cerca del gobierno bonaerense reconocieron a Infobae que el «gran elector» para Cambiemos será Vidal, que asumirá en octubre como presidenta formal del PRO provincial. En los próximos meses la discusión será si se acuerda con la Coalición Cívica y la UCR una lista de unidad, o si se realizan internas: ahí podrían aparecer las figuras de Elisa Carrió y Ricardo Alfonsín. Un importante funcionario nacional, con despacho en Casa Rosada, reconoce en privado el eventual rol de Carrió: «Pisarle los talones a Massa, perseguirlo y tirarle carpetazos». Pero el futuro de la diputada nacional de la Coalición Cívica también es incierto y podría estar en la ciudad de Buenos Aires.
Pero el peronismo es pragmático. Se encolumna detrás del que tiene intención de voto o se atomiza de acuerdo a las posibilidades de poder.
Según advirtieron a este medio dirigentes de Cambiemos, el mejor escenario electoral para el 2017 es «dividir lo máximo posible a la oposición», algo que se decodifica en «evitar en que se una el peronismo». Es decir, que el Frente Renovador de Massa, el peronismo ortodoxo que impulsa el Grupo Esmeralda y el Frente para la Victoria vayan por caminos separados. Para lograrlo, saben que no pueden perder territorialidad.
Stolbizer parece haber elegido a Massa, aunque mantiene una buena relación con Vidal, y encabezaría algunas de las listas del frente UNA, junto a ¿Felipe Solá? Conocedor de las idas y vueltas y las estrategias políticas, Massa todavía no resolvió su futuro. Sabe que necesita revalidar con votos su figura si quiere ser un presidencial en el 2019, pero maneja el auto con el freno de mano puesto porque una derrota el año que viene lo dejaría afuera de la carrera. O sea, se presenta si tiene la certeza de que gana.
Por otro lado, el peronismo atraviesa la etapa dolorosa de cicatrizar heridas, y la separación de bienes: el proceso de deskirchnerización tuvo su mejor ejemplo el pasado martes, cuando se reunieron gobernadores e intendentes, y desplazaron del escenario principal a nombres como Scioli, o el presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza. ¿La excusa? Son dirigentes que yo no tienen territorialidad, que «representan lo viejo».
Pero el peronismo es pragmático. Se encolumna detrás del que tiene intención de voto o se atomiza de acuerdo a las posibilidades de poder.
Para Cambiemos, el mejor escenario electoral para el 2017 es “dividir lo máximo posible a la oposición”, algo que se decodifica en “evitar en que se una el peronismo”.
Así, el abanico de candidatos se abre y va desde la ex presidente Cristina Kirchner hasta el diputado nacional Diego Bossio, pasando por Scioli, el ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. El caso de la ex mandataria es particular: a muchos les gustaría el apellido Kirchner en una boleta, pero la quieren lejos de la campaña para evitar quedar asociados a las investigaciones judiciales que tienen epicentro en Comodoro Py.
El dilema para el peronismo es meterse en una nueva campaña electoral unidos y organizados (ya son varios los guiños institucionales para la vuelta de los hijos descarriados como, por ejemplo, elpropio Massa) o fragmentados, como quiere Cambiemos. Una lista de unidad contra la ¿renovación?, por un lado, y el kirchnerismo duro, por otro. Todo puede pasar. Esto recién empieza.
Patricio Tesei
Infobae