Las marcas líderes sufrieron una caída del 13% en sus ventas, mientras que las segundas registraron una suba del 6% y las terceras líneas, un 2%.
Ir al supermercado dejó hace mucho tiempo de ser aquel agradable paseo en el que se llenaba un changuito para consumir una semana, una quincena o un mes. La Canasta Básica Alimentaria aumentó en el último año más de un 58% y las miradas dejaron de posarse en las coloridas etiquetas y ahora el ojo hace foco en el monocromático precio.
El consumidor queda obligado a caer en las segundas, terceras o marcas como dijo Cristina Kirchner “pindonga” o “cuchuflito”. El dinero para los productos de mayor calidad nutricional ahora se lo llevan la luz, el gas, el agua y la inflación, pero en un futuro se lo puede llevar la salud.
Y es que desde hace mucho tiempo existe una brecha entre lo que recomiendan los nutricionistas para la población y lo que gente puede comprar. Ocurre que la diferencia de precios entre una primera marca y una tercera o cuarta llega al 230% en algunos casos, como las gaseosas, de acuerdo a un relevamiento de minutouno.com.
“Cuando se hace difícil llegar a fin de mes, sacrificar una salida o un evento social o la compra de una gaseosa no es tan grave ni preocupante como sacrificar la compra de alimentos variados y completos que hacen a una dieta saludable”, advierte la licenciada en nutrición Teresa Coccaro (MN 5705).
Dentro de los alimentos indispensables para el correcto funcionamiento del cuerpo y del cerebro están:
Lácteos y derivados (yogurt y queso)
Carnes y derivados
Cereales integrales y legumbres
Verduras y frutas
Grasas como el aceite
La mayoría de estos alimentos hoy no están al alcance de todos y muchos de ellos fueron remplazados por segundas y terceras marcas; que si bien son más baratas carecen de algunos nutrientes con respecto a las primeras marcas.
Las líneas líderes sufrieron una caída del 13% en sus ventas en el primer trimestre del año, mientras que las segundas registraron una suba del 5% y las terceras, un 2%, en relación al mismo período de 2018, de acuerdo a un informe de Focus Market.
Según la consultora especializada en consumo, “entre 2016 y 2019 las marcas mayoristas y poco conocidas pasaron de una participación del 32,6% al 42,8% en unidades; y del 21,5% al 27,7% en facturación”.
En este contexto, también aparecieron los productos llamados “sucedáneos”, como por ejemplo la leche que no es leche y el queso rallado que no es queso rallado.
De acuerdo a Coccaro, los alimentos de las segundas, terceras o cuartas marcas tienen menor valor nutritivo. Por el caso, la leche de una submarca “al estar rebajada en agua, tiene un 30% menos de nutrientes”.
En este sentido, si se compra una marca económica de leche, la especialista recomienda que los chicos ingieran en lugar de un vaso por día -tal como sugiere la OMS para garantizar los nutrientes indispensables para el desarrollo de un niño- dos vasos de esa leche, o bien otros lácteos para completar el faltante de nutrientes que aporta la leche de una primera marca.
“Una leche de primera marca hierve enseguida, y la de una segunda o tercera marca, nunca llega a hervir correctamente. Te das cuenta siempre con el hervor en la calidad de una leche y otra”, subraya la nutricionista en diálogo con este portal.
Y la situación es aún más complicada si lo que se consume son las bebidas a base de leche, que en realidad tienen menos del 40% de leche y el resto es agua, precisó Coccaro.
“Supuestamente suplen yogures, leches, chocolatadas o quesos pero no lo son. Además, no advierten claramente a los consumidores que se está comprando otra cosa. Un alimento que tiene apenas un 1% de leche fluida, agua, concentrado lácteo, estabilizantes y almidón está en la misma góndola de la leche real pero con un precio hasta 40% inferior. Genera confusión en el consumidor que ante la falta de acceso a una primera marca, compra confiado y en realidad es un engaño”, analizó la especialista.
Algo similar ocurre con los quesos rallados muy baratos, que casi no tienen queso y que en el packaging dicen sólo la palabra “rallado”, pero que nadie se da cuenta y los compra como auténticos.
En tanto, los cereales de tipo arroz y fideos de marcas no conocidas carecen de fibra, la cual es de suma importancia -dice la nutricionista- para la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Otro engaño que aparece en las góndolas es el aceite de oliva de las segundas marcas. “Están compuertas por 40% de oliva y 60% de girasol, lo cual no lo hace 100% saludable y uno piensa que esta comprando oliva cuando en realidad esta comprando mezcla“, señala la nutricionista.
La seudo mayonesa también es otro caso evidente que se vende junto con las mayonesas “de verdad” pero que en ningún lado dice “mayonesa” porque tiene una cantidad de huevo menor al 5% y para ser considerada mayonesa debe tener mayor porcentaje de huevo.
En tanto, las gaseosas de segundas, terceras o cuartas marcas -minutouno constató que la diferencia de precio llega hasta el 230% con una de primera línea- tienen un aporte mayor de azucares, aditivos, sodio y conservantes, todos ingredientes nocivos para la salud. De todas formas, para los nutricionistas, “las gaseosas ya sean de primera o segunda marca no se recomienda el consumo”.
Qué pasa con las yerbas
“Muchas de las yerbas de segundas marcas carecen de etiqueta nutricional. Sólo tienen los ingredientes, y es obligación por ley informarlo; por lo que es un derecho del consumidor saber la cantidad de nutrientes aportados en dicho alimento”, alertó la nutricionista.
Rosalía Costantino
Minutouno