La droga estaba oculta en bobinas de acero en un galpón de Bahía Blanca: se sospecha que sería enviada a Barcelona y Canadá para generar una ganancia multimillonaria. Estarían afiliados a una peligrosa célula del estado de Michoacán. Hay quince detenidos con más de 50 teléfonos intervenidos.
Las sierras trabajaron. Durante toda la madrugada, personal de Bomberos se dedicó a cortar el metal de ocho bobinas de acero capturadas en un galpón del Parque Industrial de la ciudad costera de Bahía Blanca. Disimulado dentro de ellas se encontró el mayor cargamento narco de la historia reciente: dos mil kilos de cocaína acondicionados en 1984 panes multicolores.
La droga fue capturada en un megaoperativo a cargo de la división Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA, bajo la supervisión del jefe de policía, comisario Néstor Roncaglia, en una investigación a cargo de Adrián González Charvay, juez federal de Campana.
El valor estimado de la carga: 60 millones de dólares, según fuentes de la investigación. El presunto destino de la droga: Barcelona y Canadá.
Hay 15 detenidos, entre ellos una mujer. Cuatro son mexicanos. La DEA, la Drug Enforcement Agency estadounidense, ayudó con su identificación según confirmaron fuentes de la causa a Infobae. Los mexicanos están afiliados a un temible cartel que opera en la zona de Michoacán.
El dato fue obtenido por personal de Drogas Peligrosas a fines del año pasado. Un grupo de narcos extranjeros usaría bobinas de acero para transportar cocaína al exterior, supuestamente desde el puerto de Campana, lo que dio intervención al juez González Charvay. El puerto de Campana quedó fuera de la operación de los mexicanos, aunque González Charvay se mantuvo en el expediente.
Se intervinieron cerca de 50 líneas telefónicas, con seguimientos que comenzaron en Bahía Blanca desde comienzos de año: se estima que los mexicanos se instalaron en la zona en enero. Llegaron hasta alquilar casas para su operación con paseos en el shopping local incluidos. Uno de los detenidos está sospechado de ser el cabecilla: se le encontró documentación que detalla gastos y movimientos de dinero. Once argentinos completan la lista. Se los acusa de ser el apoyo logístico de la banda, entre ellos un conocido despachante local de Aduana.
Se encontraron, por otra parte, 220 mil dólares en efectivo, 158 mil pesos y cinco vehículos, además de armas de fuego.
El operativo representa un cambio un poco escalofriante para los tiempos narcos de nuestro país. Argentina tiene un lugar privilegiado en la geopolítica de la cocaína: está justo del otro lado de la frontera con Bolivia, donde un kilo de la droga puede costar poco más de cuatro mil dólares, el precio más bajo del planeta. Sus puertos son una vía de acceso hacia Europa, donde ese mismo kilo puede venderse a 35 mil euros según números, por ejemplo, de las agencias antidroga en España.
Los colombianos que se asentaron en el país a lo largo de la década pasada lo sabían bien; la exportación y no el comercio interno fue el centro de su supuesto negocio. El hallazgo de esta madrugada en Bahía Blanca no es un debut. Es decir, no es la primera vez que un narco mexicano pone un pie en suelo argentino, pero nunca se capturó uno con semejante cantidad de cocaína lista para exportar. El lote supera, por ejemplo, a los más de mil kilos de la causa Carbón Blanco, con el argentino Carlos Gorosito condenado a 21 años como cabecilla.
Por otra parte, hablar de Michoacán en el mapa narco mexicano es hablar de un estado bañado en sangre con una lucha de facciones que se disputan cada centímetro cuadrado de territorio. Nombres como La Familia Michoacana, Jalisco Nueva Generación y los Caballeros Templarios, aliados tácticamente al Cartel de Sinaloa comandado por «El Chapo» Guzmán son los más frecuentes. A qué facción pertenecen los mexicanos detenidos es algo que fuentes en la investigación todavía no pueden precisar. De vuelta en México, los cadáveres hablan por sí solos.
Seis cabezas decapitadas fueron encontradas en la puerta de un comercio en la Navidad pasada con un cartel que señalaba una vendetta. Otras cinco cabezas literalmente rodaron en la disco Sol y Sombra en la ciudad de Uruapan, la segunda más grande del estado, a mediados de octubre. Otros 13 cadáveres fueron encontrados en septiembre en las aguas del río Lerma, en la frontera con el estado de Jalisco. Un helicóptero había sido derribado por narcos ese mismo mes en el municipio de La Huacana, matando a tres agentes ministeriales que patrullaban la zona.
Mayo de 2015 fue uno de los picos históricos: 42 personas murieron en el rancho El Sol, en una emboscada policial a miembros del cartel de Jalisco Nueva Generación, un hecho tristemente célebre por su brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad.
Michoacán no solo se trata de sus guerras entre traficantes de metanfetamina y cocaína. También se trata de la producción de amapola, la materia prima de la heroína históricamente producida en Oriente Medio, que hoy protagoniza una fuerte epidemia con muertes por sobredosis a lo largo de Estados Unidos. Un informe presentado por el gobierno mexicano a la ONU a mediados del año pasado habla de un mínimo de 20 mil hectáreas plantadas en conjunto con los estados lindantes de Jalisco y Guerrero.