Diferentes investigaciones realizadas en el mundo, y ensayos llevados adelante por especialistas del INTA, reafirmaron las estadísticas globales.
Indicaron que más del 70% de los cultivos, en promedio, depende de la polinización, que realizan especialmente las abejas, para aumentar los rendimientos de la producción en la agricultura y la fruticultura.
“La polinización aumenta los rindes de más del 70% de los cultivos”, expresó categóricamente un informe del INTA.
“Sin los agentes polinizadores, sobre todo de las abejas que son los principales, caería mucho la producción de alimentos a escala mundial”, afirmó Gerardo Gennari, veterinario del INTA Famaillá, provincia de Tucumán, y coordinador de un proyecto específico sobre la temática en el marco del Programa Nacional Apícola del instituto, conocido como Proapi.
“A medida que las abejas transfieren el polen de flor en flor, desde los órganos masculinos a los femeninos, logran la fecundación de los óvulos y permiten que las plantas formen semillas y frutos. Estimaciones del INTA ponderan el impacto de este servicio ambiental sobre las producciones agronómicas en el país, debido a su potencial para generar más alimentos y proteger la biodiversidad”, explicó el informe.
Por más que generalmente se asocien con la miel, las abejas potencian la producción de una gran cantidad de alimentos como manzanas, peras, cítricos, almendras, arándanos, hortalizas, girasoles y muchos otros.
En el mundo, se conocen alrededor de 20.000 especies, mientras que en la Argentina se han identificado unas 1.100 especies de abejas silvestres, reunidas en cinco familias: Colletidae, Andrenidae, Halictidae, Megachilidae y Apidae.
“En nuestro país, la apifauna se caracteriza por una alta diversidad, en especial en las regiones áridas y semiáridas, y es reconocido como uno de los 7 centros del mundo con mayor diversidad de abejas”, describió Gennari.
El proceso natural se produce “cada vez que una abeja visita una planta silvestre o cultivada, dependiente de la polinización entomófila, ambos interactúan y esto redunda en beneficio mutuo. El insecto consigue su sustento (polen y néctar) y la planta, la posibilidad concreta de multiplicarse, algo que no podría hacer por sus propios mecanismos naturales o le resultaría difícil”, explicó el informe del INTA.
“El polen representa la parte masculina de la flor y, cuando la abeja lo traslada de flor en flor, permite la fecundación de los óvulos que luego producen semillas y frutos”, explicó el especialista. “Hay especies vegetales que son incompatibles para fecundarse a sí mismas o les implica un proceso complejo”, indicó.
Por ejemplo, los almendros dependen en más de un 90% de la polinización por insectos, mientras que en cítricos varía entre 10 y 30%.
“Siempre que haya insectos, es mucho más efectivo el proceso de polinización y significa un impacto positivo en la producción”, señaló Gennari.
“En semilleros de girasol, se utiliza la polinización con abejas para hacer el cruzamiento entre líneas y lograr la obtención de híbridos”, ejemplificó.
Ensayos del INTA realizados en Tucumán demostraron que el cultivo de arándano registra mejoras del 40% en los rindes cuando es complementado con colmenas en el lote.
“En promedio, una hectárea de esta producción representa 1 millón de pesos, pero $400.000 de este total se los debemos a la sinergia entre las abejas melíferas y las abejas nativas como los abejorros, entre otras”, aseguró el especialista.
De acuerdo con Gennari, “con el objetivo de evitar la importación de abejorros exóticos que provocan consecuencias negativas en el ambiente”, el INTA y una empresa privada impulsaron la cría de la especie nativa Bombus atratus.
“Hoy por hoy, una colonia de abejorros se vende a 300 dólares y, aunque no producen miel, tienen excelentes aptitudes para polinizar cultivos bajo cubierta”, agregó el técnico, en referencia a lo productivo.
El especialista subrayó la importancia de “conservar refugios de vegetación natural y hábitats adecuados” para favorecer la vida de los insectos.
“Cuando estos espacios se reducen o se pierden, se limita la actividad y salud de los polinizadores y se necesitan prácticas agrícolas sustentables para mantener la integridad de los ecosistemas”, apuntó Gennari.