Un documento de una ONG norteamericana reportó que el arsenal que Washington tiene en Turquía, cerca de la frontera con Siria, está en riesgo de ser apropiado por grupos extremistas.
Las bombas B-61 datan de la Guerra Fría y tienen una potencia máxima de 340 kilotones (U.S. Department of Defense)
Decenas de armas nucleares estadounidenses almacenadas en la base aérea de Incirlik en Turquía, no lejos de la frontera con Siria, corren el riesgo de caer en manos de «terroristas u otras fuerzas hostiles», advirtió un informe publicado el lunes.
La seguridad de ese arsenal situado a 110 km de Siria ya había sido criticada hace mucho tiempo, pero el fallido golpe del 15 de julio en Turquía relanzó los temores sobre la protección de las cincuenta armas nucleares.
«Es imposible saber si Estados Unidos podría mantener el control de las armas en caso de guerra civil prolongada en Turquía», indica en su informe el think tank independiente Stimson Center.
La base aérea de Incirlik representa una encrucijada estratégica para la coalición contra el grupo Estado Islámico dirigida por Washington, ya que ofrece un acceso rápido a determinados objetivos en Irak y Siria. Allí, EEUU mantiene 50 bombas de 340 kilotones (20 veces más poderosa que la de Hiroshima).
Pero en marzo el Pentágono ordenó, por razones de seguridad, evacuar a las familias de militares y al personal civil estacionado en el sur de Turquía.
El comandante turco de la base, además, fue detenido junto a otros generales, jueces y fiscales, acusados por Ankara de haber apoyado la tentativa de golpe de Estado del 15 de julio.
«Desde el punto de vista de la seguridad, acopiar aproximadamente cincuenta armas nucleares en la base aérea de Incirlik equivale a jugar a la ruleta rusa», afirma una coautora del informe, Laicie Heeley.
«Hay importantes barreras (…), pero no son más que dispositivos de protección, eso no elimina el riesgo. En el caso de un golpe de Estado no se puede decir con certeza si seremos capaces de mantener el control», explicó Heeley a la AFP.
«Catástrofe evitada»
Las armas nucleares eran ante todo mantenidas en la base turca como forma de disuadir a Rusia, así como para demostrar el compromiso estadounidense en el seno de la OTAN, alianza militar de la que Turquía es uno de sus miembros históricos.
El debate sobre las armas es muy intenso en Estados Unidos desde el golpe frustrado. «A pesar de que hasta ahora hemos evitado la catástrofe, tenemos muchas pruebas de que la seguridad de las armas norteamericanas en Turquía puede cambiar de un día para el otro», expresó Steve Andreasen, ex director de defensa y control de armas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, en el diario Los Angeles Times.
Kori Schake, de la institución Hoover, indicó en The New York Times que esas armas «no pueden ser utilizadas sin códigos, y hace que sean imposibles de activar sin autorización».
«El hecho de que las armas nucleares estén estacionadas en Turquía no las hace más vulnerables (…), aunque el país (Turquía) se convierta en hostil a Estados Unidos», matizó.
Interrogado sobre las conclusiones del informe del Stimson Center, el Pentágono evitó pronunciarse.
«No hacemos referencia a la localización de sitios estratégicos», se limitó a responder el Departamento de Defensa norteamericano, que precisó que tomó «las medidas apropiadas» para garantizar la seguridad de su personal y de sus «instalaciones».
Las preocupaciones sobre Incirlik formaban parte de un capítulo más amplio del informe sobre el programa de modernización nuclear del Pentágono, para el cual Washington desembolsará varios miles de millones de dólares.
Los autores estiman al respecto que las bombas atómicas B61 deberían ser inmediatamente retiradas de Europa.
Con información de AFP