Por qué es importante la detección temprana de la hipoacusia en los bebés. Cómo identificarla antes del primer año de vida para evitar el progreso de la pérdida de la audición.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, cada año se espera que nazcan en Argentina entre 700 y 3.000 bebés con hipoacusias de diversos grados de gravedad y diferentes causas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente la mitad de los casos de pérdida de audición puede prevenirse fácilmente, y la gran mayoría puede tratarse si se detecta prematuramente, a través del screening auditivo.
Es por eso que resulta fundamental un rápido diagnóstico y pronta intervención, antes de cumplir el año de vida, para evitar que la hipoacusia afecte el desarrollo de los niños y su inserción en la sociedad. El estudio de las otoemisiones acústicas es un método muy rápido e indoloro que permite medir el nivel de audición. Se trata de un simple examen que se efectúa a todos los bebés apenas nacen para detectar estas dificultades y resolverlas en caso de que estén presentes.
La pesquisa auditiva antes del año de vida es imprescindible, y es recomendada por la comunidad médica, ya que los niños que nacen con hipoacusia pueden llegar a convertirse en discapacitados auditivos si no son identificados e intervenidos a tiempo. Como no logran adquirir y desarrollar el lenguaje, se pueden afrontar serios problemas para insertarse en la sociedad.
El doctor Santiago Arauz, médico de la Fundación Arauz Otorrinolaringológica y subdirector de la carrera de Especialistas en Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, explicó en diálogo con Infobae que la importancia de testear a un recién nacido recae en la importancia de «verificar si hace falta tratamiento en el caso de no oír bien, para que desarrolle un lenguaje adecuado».
Agregó que «los padres no siempre se dan cuenta de que su hijo tiene este problema. Generalmente comienzan a percatarse de que el niño no oye bien cuando en vez de formar palabras coherentes cuando empiezan a hablar, balbucean. El retraso en el lenguaje es la principal causa de consulta al médico».
Los niños incorporan el lenguaje durante los tres primeros años de vida, y desarrollan su audición hasta los dos años. Es por eso que resulta de suma importancia el diagnóstico temprano para brindar al niño el tratamiento adecuado, ya sea a través de audífonos, implantes cocleares, de oído medio o de conducción ósea.
Dependiendo de la región del oído afectada, se distinguen tres tipos de pérdidas auditivas: conductiva, neurosensorial o mixta. Para identificar signos de pérdida de audición en los niños, hay que observar algunos síntomas típicos de la pérdida auditiva, y hacer las siguientes preguntas:
-¿Reacciona el bebé a los sonidos fuertes?
-¿Tiene problemas para distinguir de dónde proviene un sonido?
-¿Empieza a balbucear, pero el murmullo no se convierte en un discurso comprensible?
-¿No reacciona a las voces, sobre todo cuando no está en brazos?
-¿No cumple órdenes o malinterpreta las instrucciones?
-¿Actúa frustrado por razones desconocidas?
En el caso de que se detecte, hay que tener en cuenta los diversos tratamientos. Para las deficiencias auditivas más leves un audífono convencional puede ser la mejor solución. En cambio, para los casos en los que este dispositivo no sea suficiente, o ante determinadas situaciones médicas que impidan el uso de un audífono (como la oclusión del conducto), existen soluciones implantables.
Las prótesis auditivas de uso interno permanente, como el implante coclear -transductor que transforma las señales acústicas en eléctricas que estimulan el nervio auditivo- se encuentran dentro del Programa Médico Obligatorio (PMO).
Hay variadas técnicas para comunicarse con una persona con sordera, simples estrategias recomendadas por la comunidad científica que facilitan la comunicación.
-Establecer contacto visual antes de comenzar a hablar. De esta forma la otra persona puede ver claramente el rostro.
-Acompañar las palabras con gestos, sin sobreactuación.
-Hablar con naturalidad. No hablar ni muy rápido, ni demasiado despacio.
-Si la persona no comprende una frase, explicarla nuevamente pero con diferentes palabras o escribirla.
-Evitar comer o fumar mientras se habla.
-No cubrirse el rostro, en especial la boca, con las manos.
Infobae