En menos de dos semanas, un segundo derrame de petróleo golpea al Pacífico peruano, uno de los mares más ricos y biodiversos del mundo.
Se trata del vertimiento de ocho barriles de crudo frente a la refinería la Pampilla, administrada por la firma española Repsol, según confirmó el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (OSINERGMIN), este 26 de enero.
Un comunicado de la agencia detalló que el hecho se produjo el 25 de enero cuando trabajadores de la compañía retiraban los equipos de recepción y despacho de petróleo, como parte de una investigación sobre la causa del derrame del pasado 15 de enero, según señaló el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA).
“Dicho retiro es necesario para determinar la causa” del primer derrame de alrededor de 6.000 barriles de petróleo, agregó el organismo.
El primer derramamiento de crudo estuvo atribuido a olas de alturas inusuales provocadas por la erupción de un volcán submarino en la isla Tonga. Y, en consecuencia, el pasado 23 de enero el Gobierno de Pedro Castillo declaró el estado de emergencia ambiental durante 90 días, principalmente para tratar de recuperar el área afectada y mitigar los efectos de la contaminación.
Investigan la presunta responsabilidad de Repsol
OSINERGMIN afirmó que el derrame de este 26 de enero “fue controlado por las barreras de contención, elementos absorbentes y skimmer que ya se encontraban en la zona como medida de seguridad”, aseguró OSINERGMIN.
No obstante, e inmediatamente después, inició la “supervisión ambiental para verificar la responsabilidad de los hechos, el impacto generado y la implementación del plan de contingencia por parte de la empresa”, indicó OEFA.
Una “mancha oleosa” de crudo fue detectada “en inmediaciones del terminal multiboyas”, número dos de la refinería La Palpilla, señaló la Marina de Guerra peruana tras un vuelo de inspección.
El terminal cercano al que se registra el vertimiento se encuentra mar adentro y permite recibir barcos petroleros y trasladar combustibles mediante tuberías hacia la refinería que se encuentra en tierra.
El primer derrame sobre la costa del Pacífico peruano trajo graves consecuencias económicas para unos 1.500 pescadores artesanales que extraen recursos de un mar con más de 700 especies de peces y 800 de moluscos y crustáceos.