El histórico préstamo acordado a la administración Macri compromete seriamente el futuro del organismo y pone en jaque la capacidad de pago del país.
A poco de cumplirse un año del acuerdo entre Argentina y el FMI, una de sus protagonistas, Christine Lagarde, pidió licencia. La nominación como candidata a presidir el Banco Central Europeo, fue la excusa perfecta para abandonar el organismo internacional a tiempo. Su sucesor, el norteamericano David Lipton por el momento, no la olvidará fácilmente. Especialmente por haber dejado de regalo un crédito de u$s 57.000 millones abierto a un país insolvente: la Argentina.
El histórico préstamo acordado a la administración Macri, compromete seriamente el futuro del organismo. Cuando Argentina reciba la totalidad del crédito, detentará el 61% de la cartera de créditos estándar del organismo o el 40% de su cartera total, si toman otras líneas no habituales como la otorgada a Grecia y Pakistán. Semejante exposición de riesgo financiero en un solo cliente sólo puede justificarse por un acuerdo geopolítico entre Trump y Macri. Un acuerdo que puede cobrarse la vida del organismo nacido en los acuerdos de Bretton Woods. Una baja por la que el presidente norteamericano (poco amigo del fondo), no derramará ni una lágrima.
En el año transcurrido bajo el acuerdo con el FMI, nuestro país debió solicitar varios waivers por incumplir las metas acordadas. La flexibilidad de Lagarde con nuestro país llevó a premiar los incumplimientos con una ampliación de los fondos y un adelantamiento en la entrega. En algunos casos, el incumplimiento de las metas llevó directamente a su abandono, como el objetivo de 32% de inflación que figuraba en el primer acuerdo.
Política cambiaria
Un capítulo aparte merece la política cambiaria. El organismo obligó inicialmente a dejar flotar el dólar, forzando a eliminar una oferta de u$s 5.000 millones del BCRA en el MAE que había parado el dólar en 25 pesos días antes de cerrarse el primer acuerdo. La medida derivó en una mega devaluación que llevó a Caputo a incumplir con el fondo e intervenir en el mercado de cambios para frenarlo en 40. La entonces presidenta del FMI pidió la cabeza de Caputo. David Lipton, actual titular del fondo y entonces número 2, fue señalado como el principal opositor a la intervención en el mercado cambiario. Paradojas del colonialismo, mientras el FMI forzaba la renuncia del presidente de nuestro banco central por desobedecer sus órdenes, el oficialismo preparaba un proyecto de ley para reforzar la “independencia” del central a pedido del propio organismo internacional que la pisoteaba.
La desestabilización de la economía que generaba la libre flotación derivó en una política de bandas cambiarias, que luego se transformó en una de banda congelada para terminar, finalmente, volviendo a autorizar la intervención en el mercado de cambios. Es decir, se terminó finalmente avalando la política por la que se había echado al “Messi de las finanzas”. ¿Por qué se permitía ahora vender los dólares prestados por el FMI para frenar la escalada del dólar? Porque la suba del dólar bajaba las chances de Macri para lograr su reelección. En esa jugada política, el organismo daba el aval para usar sus dólares para financiar la fuga de capitales. Una política que viola la propia acta constitutiva del organismo, tal como le señaló el candidato opositor Alberto Fernández a la delegación del FMI en una reciente reunión. La advertencia del candidato a presidente por el Frente de Todos tiene respaldo en números: desde la firma del acuerdo se fugaron u$s 32.400 millones de los u$s 39.000 millones otorgados por el organismo (más del 80% del total).
* Director CESO
Andrés Asiain
Ambito