La cumbre del cambio climático que comenzará este lunes en Bonn estaba encaminada a ser un mero proceso tecnicista del acuerdo alcanzado hace dos años en París. Sin embargo, la retirada de EEUU del consenso, anunciada en junio, hizo despertar a todos y empezará a verse en la ciudad alemana hasta dónde llegaron los daños de ese misil diplomático lanzado por Trump.
En esta 23ª conferencia de la ONU, que presidirá Fiyi, los delegados de alrededor de 200 países presentarán sus logros y formularán sus objetivos nacionales más ambiciosos, en un panorama por demás preocupante. Hace solo días se conoció el informe anual del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que advirtió sobre la diferencia «catastrófica» que existe entre las promesas de limitación de emisiones de gases de efecto invernadero y las reducciones que habría que llevar a cabo para limitar el calentamiento global a menos de 2°.
En ese contexto, Argentina llevará una agenda basada en la ratificación del compromiso de París y en tratar de reimpulsar una discusión determinante: cómo serán aplicados los fondos necesarios para las contribuciones condicionales, es decir, aquellos objetivos climáticos que están atados a la financiación externa.
En cifras, se trata de que de los países industrializados desembolsen unos 100.000 millones de euros al año para los países en desarrollo.
«No es una cumbre para hacer declaraciones, sino para llevar los deberes hechos. El año pasado validamos nuestro índice de contribución con los ministerios y las provincias, con las universidades y las cámaras de la producción. Lo importante es demostrar cómo vas a cambiar la matriz para lograr la disminución que prometiste», explica el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman, en diálogo con ámbito.com.
«Tenemos homologado el plan de mitigación en tres políticas determinantes: bosques, energía y transporte. En el primer caso con controles para no deforestar y, al mismo tiempo, reforestar con especies nativas. En transporte, apostamos a la movilidad sustentable híbrida y eléctrica, al aumento de obras de metrobuses y a los biocombustibles menos contaminantes. El ítem de la energía tiene que ver con las renovables: si la ambición inicial era que representaran el 20% de la matriz, la aumentamos hasta el 25% para 2030», señala.
El próximo paso será terminar de preparar los planes de adaptación al cambio climático, que incluye el estudio del impacto que tendrán las mayores obras de infraestructura hacia los años 2030 y 2100.
•EEUU, en el centro de la escena
La COP 23 será la primera tras la intempestiva salida estadounidense del acuerdo de París, que representó un golpe para los planes de reducir el uso de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, principales responsables de las emisiones de gases con efecto invernadero.
Aunque Bergman relativiza la posición de Washington: «El episodio no está superado del todo, pero el mandato que tienen sus enviados es participar y discutir, no boicotear. Plantearon que salían del acuerdo pero no se retiraron de las conversaciones. De hecho, EEUU está yendo a Bonn para decir que pese a que no asumirá ese compromiso mantendrá su objetivo de la reducción de emisión de CO2. El tema es que ellos veían los objetivos algo exagerados en cuanto a los límites de emisión y en lo que tenían que aportar financieramente a otros países». En los hechos, según los protocolos, la despedida no podrá consumarse antes de noviembre de 2020, y por eso la Casa Blanca enviará una delegación, aunque es un enigma aún qué posición adoptará en algunas cuestiones centrales.
«Nosotros iremos con la voz latinoamericana junto a Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay, a decir que ningún país puede bajarse de los compromisos incondicionales que asumió, aunque EEUU haya decidido alejarse. Entendemos que habrá una ratificación mayoritaria al acuerdo», agrega.
•Antesala del G-20
La delegación nacional estará integrada por funcionarios de distintos ministerios y gobernaciones, en una convocatoria organizada por Cancillería que se fue reforzando teniendo en cuenta la inminente presidencia del país en el grupo del G-20.
«Tenemos muchos trabajo superpuesto y las reuniones bilaterales con Alemania, China o EEUU también están motivadas por eso. En la cumbre del año pasado el interés de nuestra presencia estaba centrado en que volvíamos al mundo, ahora quieren saber cómo llevaremos la agenda ambiental en el G-20», asegura.
El grupo se dividirá en dos: la semana próxima partirá el equipo técnico para las conversaciones previas, mientras que el lunes siguiente arribará la segunda comitiva de funcionarios que participarán en las discusiones de alto nivel hasta el día 17.
«Alemania, Francia e Italia ya nos adelantaron que mantendrán su posición de no ceder a la impronta estadounidense de desconocer el acuerdo», concluye.
La COP de Bonn llega en el momento justo. Porque además de acordar la «letra chica» del contrato de 2015 permitirá establecer estándares para medir los avances, justo cuando distintos analistas avizoran que el impulso del histórico consenso de París se está ralentizando. Por eso el mencionado informe de Naciones Unidas instó a «acelerar urgentemente las acciones a corto plazo y reforzar la ambición a largo plazo». El año 2020, advirtió, será la «última ocasión» para diseñar una hoja de ruta confiable que logre contener el calentamiento del planeta.
CARLOS PAGURA
Ambito